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Lecciones del Hantavirus

8 Pablo Vial - Agosto 2014

Dr. Pablo Vial
Director
Instituto de Ciencias e Innovación en Medicina (ICIM)
«Voces», Diario La Tercera, 31/03/2017

 

La experiencia en Chile con la infección por hantavirus, ha permitido desarrollar la capacidad de los equipos de universidades, hospitales regionales y Ministerio de Salud, de trabajar juntos para el control de esta enfermedad, y la significativa disminución de la mortalidad.

De hecho, de ser una enfermedad desconocida hace 20 años -letal para el 60% de los que la adquirían-, hoy la letalidad ha disminuido a 25-30% en el país, y un 13 % en centros con experiencia en su manejo, incluyendo el tratamiento con plasma inmune y técnicas de soporte vital como la oxigenación con membrana extra corpórea (ECMO). Nos alegra la capacidad de trabajar colaborativamente y la disminución de la mortalidad, pero aún nos entristece no poder dar una solución a todos los pacientes.

Desde que se describió la enfermedad en Coyhaique (1997), ésta ha afectado a más de 900 personas. Son 30 a 60 casos por año, un 75 % de ellos reside en áreas rurales donde se convive con el roedor Oligoryzomys longicaudatus (colilargo) y un 25% lo ha adquirido en actividades recreacionales, en áreas donde habita el roedor.

La dinámica de la población de colilargos, tiene variaciones con factores climáticos y otros eventos cíclicos como el florecimiento de la quila y el colihue. Otros fenómenos -como terremotos, incendios y deforestación- movilizan a los roedores hacia lugares habitados por seres humanos. Los roedores estresados por condiciones adversas, tienden a tener el virus en un porcentaje más alto, aumentando el riesgo de transmisión.

Los clásicos consejos para quienes viven y trabajan en el campo o realizan actividades recreacionales en áreas donde el roedor es endémico -como evitar anidación de roedores en bodegas y leñeras, guardar alimentos en envases resistentes con tapa, mantener la basura en recipientes cerrados, ventilar y desinfectar con agua y detergente las viviendas donde haya evidencia de presencia de roedores, elegir lugares limpios y libres de matorrales/pastizales para acampar, entre otros-, se volvieron un “desde”, por lo que es importante complementar las recomendaciones con políticas de prevención que incorporen lo que hemos aprendido, en cuanto a qué actividades laborales, domiciliarias o recreacionales representan un riesgo significativo. Las normas laborales, la planificación de actividades recreacionales, las políticas de desarrollo rural y hasta la arquitectura debieran diseñar soluciones para prevenir el contacto con roedores silvestres.

No hay soluciones mágicas; el plasma inmune contra el virus ha demostrado buena efectividad cuando se utiliza precozmente. Si el paciente ya presenta efectos graves en el corazón y el pulmón, el manejo en unidades de cuidados intensivos y el uso de ECMO, para reemplazar transitoriamente la función de estos órganos, son opciones esenciales para evitar la muerte. En este sentido, la reciente normativa ministerial de trasladar los pacientes, apenas sean diagnosticados, a centros de alta complejidad, mejorará sustancialmente las tasas de letalidad.

El tratamiento con plasma inmune que el Ministerio de Salud implementará en un programa piloto de validación –que utiliza los anticuerpos de la sangre de los sobrevivientes para curar a los enfermos- depende de la donación voluntaria de plasma de los pacientes que han tenido la infección y es difícil de masificar. El desafío es desarrollar un producto concentrado, generado con técnicas modernas, no dependientes de donación, que permita contar con él en todos los centros del país. Este mismo concepto puede ser la base científica para el desarrollo de una vacuna.

Lo más destacable es la actitud de nuestros pacientes. Han consentido en participar en estudios para caracterizar, tratar y prevenir la enfermedad. Han ido más allá: hemos recibido numerosos mensajes de ellos para colaborar en el esfuerzo de controlar la infección. Esto es emocionante y una experiencia única de solidaridad. Qué mayor alegría y motivación que reconocer su disposición a trabajar juntos para generar conocimiento que nos ayude a todos. Tal vez la principal lección para una medicina moderna: los equipos de salud trabajando colaborativamente con la población.