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Vida y salud del amigo forastero

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Vida y salud del amigo forastero

Báltica Cabieses

Directora

Programa de Estudios Sociales en Salud ICIM

«Voces», Diario La Tercera 23/03/2017

 

A propósito del día de la eliminación de la discriminación racial, es necesario reflexionar acerca de nuestra creciente población migrante internacional. Los movimientos migratorios son tan antiguos como el hombre. Este se movilizaba de un territorio a otro buscando mejores lugares de caza, refugio y seguridad para el sustento de su manada y de esta manera asegurar la supervivencia de su especie. Nuestro propio país se origina del mestizaje entre pueblos originarios e inmigrantes europeos. Más aún, posiblemente no existe persona en Chile que no tenga en su historia genealógica a algún extranjero valiente que llegó a esta tierra buscando una mejor vida y encontrando en ella oportunidades de progreso y bienestar.

La migración es un reconocido determinante social en el mundo. Las condiciones que rodean al proceso de migración hacen que esta población sea potencialmente vulnerable y que su movimiento transfronterizo tenga gran impacto en el desarrollo económico, progreso y salud pública de una nación. Acercándose al 3% de la población total en Chile, se estima esta comunidad en torno a las 550.000 personas. Además del flujo inmigrante más conocido, proveniente de países fronterizos, en los últimos años ha aumentado el ingreso de personas de países más lejanos de la región, tales como Venezuela, Colombia, y varios países de Centroamérica. Este cambio en el patrón migratorio ha sido notorio especialmente por el ingreso de personas afrodescendientes, que traen sin duda nuevas formas de representar e imaginar a la población que habita nuestro territorio y a su progenie.

Si bien la población migrante internacional no ha alcanzado en Chile las proporciones de otros países de la OCDE (España, por ejemplo, en torno al 13%), ciertamente experimenta algunas vulnerabilidades y vulneraciones específicas que son importantes de conocer. En mi experiencia investigando sobre las condiciones de vida y salud de inmigrantes en Chile he podido observar que: (i) es una población altamente heterogénea, con diversos países de origen, idiomas, nivel educacional, creencias y tradiciones; (ii) enfrentan desafíos importantes durante el proceso de migrar, asociados a un nuevo plan de vida personal y familiar, así como también corren el riesgo de sufrir vulneraciones a los derechos humanos y de ser perseguidos si ingresan de manera irregular; (iii) enfrentan el desafío de intentar integrarse a la nueva sociedad que los recibe y de comprender su sistema de gobierno, trabajo, vivienda y salud, entre otros; (iv) tienen necesidades especiales de salud, en especial si viven procesos de pobreza, discriminación y exclusión social, que muchas veces quedan invisibilizados.

Nuestro país, alineado con metas globales de progreso y bienestar social, así como de sus propios Objetivos Sanitarios de la Década 2011-2020, tiene la oportunidad de colaborar con otros sectores de gobierno, académicos y civiles para promover la salud de toda la población que reside en nuestro territorio, incluyendo la migrante. En este sentido, una política nacional migratoria acorde a los tiempos actuales, y una política de salud de migrantes en particular, son un imperativo ético, legal y social de urgente formalización en Chile. En tensión con otras prioridades y emergencias nacionales, y en el marco del día de la no discriminación racial, es importante abogar por que ambas políticas se materialicen a la brevedad, idealmente desde enfoques de derechos humanos, inclusión y respeto a la diversidad, así como también de determinación social y equidad. Así, el mundo entero verá de manera concreta como quieren en Chile al amigo cuando es forastero…