María Angélica López, directora de la carrera de Fonoaudiología, habló sobre su experiencia en la Universidad del Desarrollo y Clínica Alemana.
María Angélica es una mujer que transmite apasionadamente su profesión de fonoaudióloga, tarea que ha desempeñado exitosamente durante 34 años. Se integró a la Universidad del Desarrollo en octubre de 2006 con la misión de fundar la carrera de Fonoaudiología. Además, hace 20 años, trabaja en Clínica Alemana como integrante del equipo de neurorehabilitación. Desde ahí, participó en la creación de un innovador programa en fonoaudiología en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI), que consiste en asistir a pacientes críticos –que han sufrido un accidente o un grave evento neurológico– frente a un trastorno de lenguaje, habla o deglución, conocido como disfagia.
Hace siete años forma parte de la UTAC (Unidad de Tratamiento del Ataque Cerebrovascular), que desde el 2002 realiza estudios de deglución, videofluoroscopía, convirtiéndose en el único centro del país donde este examen se realiza por una fonoaudióloga, en conjunto con un radiólogo y un broncopulmonar.
Hoy se las ingenia para compartir sus horas entre la dirección de la carrera, la docencia y la atención de pacientes. “Me las arreglo para estar con mis pacientes, principalmente haciendo turnos los fines de semana” cuenta. Esto se lo transmite a sus estudiantes, de quienes espera un excelente desempeño a lo largo de los pasos prácticos en la clínica. “Desde el primer día les transmito a mis alumnos la importancia de desarrollar el lado humano de la profesión. La teoría está en los libros, en los papers, en muchas partes; pero me interesa que desde el inicio comprendan la relevancia de acompañar al paciente y a sus familiares en el proceso de recuperación”.
Paralelamente, y con el mismo entusiasmo, se ocupa del proceso de admisión. Durante todo el año visita colegios y da charlas a los alumnos que están definiendo su futuro profesional. “Siento que es uno quien tiene que dar a conocer su carrera. Además les llama mucho la atención el trabajo clínico del fonoaudiólogo, que para la mayoría es desconocido. A quienes están realmente interesados los invito a la clínica, vemos pacientes y me acompañan a hacer exámenes”, cuenta.
Se confiesa como una mujer profundamente católica, quien no cree en las coincidencias sino en las que ella denomina“diosidencias”. Hace 17 años integra el coro de una comunidad de pastoral que se reúne a ensayar y compartir todos los martes en la noche. “Adoro cantar, es mi terapia”, señala.
La fiesta de los pacientes
El primer domingo de octubre de cada año, a eso del medio día, los pacientes recuperados y sus familiares -además de médicos y alumnos de primer año- comienzan a llegar a la casa de María Angélica para compartir una jornada que la anfitriona define con emoción como “un bálsamo de energía positiva, una manera de dar gracias por todo lo que tienes”. El origen de esta fiesta se remonta al año 1982, cuando asistieron nueve pacientes. Años más tarde, se ha transformado en un rito importantísimo que reunió en su último encuentro a más de 280 personas.
Durante la jornada, a la que todos asisten con gran entusiasmo y esperan ansiosos, conversan, comparten testimonios, celebran la presentación del grupo folclórico de la Clínica Alemana, y comen muy rico gracias al aporte de todos. Sobre el sentido de este encuentro, María Angélica señala: “los pacientes creen que son los únicos a quienes les ha pasado esta tragedia y es muy enriquecedor que tengan la oportunidad de conocer la experiencia de otro al que le sucedió exactamente lo mismo”. La idea es que sea una fiesta de todos, en la que implícitamente se hace un reconocimiento a quienes estuvieron al lado del paciente y colaboraron en su proceso de recuperación.
María Angélica estuvo casada 19 años, tiene cuatro hijos y dos nietos. Actualmente vive con tres de sus hijos y dos sobrinas. Cuenta que cuando se jubile se visualiza en un departamento frente al mar donde goce de la tranquilidad necesaria para escribir sus memorias. “Tengo un cuaderno en el que he ido anotando los títulos de cada uno de los capítulos. En mi vida, especialmente en lo profesional, tengo una serie de anécdotas que me gustaría dejar como testimonio”, reflexiona.
– En mi tiempo libre me gusta…
Casi no tengo tiempo libre, pero si lo tuviera, me gustaría aprovechar y poder estar más con mis nietos. Además me gusta mucho cantar, bailar y ver películas románticas.
– Lo que más me hace reír…
Las “salidas” geniales que tienen mis alumnos.
– El día más feliz de mi vida fue…
El día en que nacieron cada uno de mis cuatro hijos.
– Mi lugar favorito es…
La tranquilidad de mi casa y la puesta de sol en una playa.
– Me gustaría conocer…
Grecia.
– Mi comida favorita es…
Cualquiera que tenga mariscos.
– Algún sueño por realizar…
Tenía un gran sueño que afortunadamente pude cumplir el año pasado: viajar con mis hijas a Europa. Hoy estoy muy tranquila y siento que si me muriera mañana no me quedaría nada pendiente. Soy una agradecida de la vida y de las personas que Dios ha puesto en mi camino.