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«La salud pública me permite generar un impacto positivo en la comunidad» – Pablo Gutiérrez, Médico Cirujano UDD

Pablo Gutiérrez Montes, Médico Cirujano con especialidad en Medicina Interna de la Universidad del Desarrollo. Jefe de Urgencia en Hospital Padre Hurtado y coordinador del internado de Urgencia de la Facultad de Medicina Clínica Alemana Universidad del Desarrollo. 

Pablo asumió el cargo de jefe de urgencia del Hospital Padre Hurtado en 2020, justo al inicio de la pandemia. Consciente del desafío que enfrentaba, dedicó sus esfuerzos a reorganizar y fortalecer esta área tan fundamental del hospital. Según él mismo, su enfoque profesional se basa en la estructura y la motivación: “Mi sueño es seguir aquí y lograr que este lugar siempre mejore, sea digno y cuente con estándares internacionales en atención para nuestra gente”. Para Pablo, su compromiso con la mejora continua y su pasión por el trabajo hacen que cada día sea una oportunidad para aportar y disfrutar plenamente de su labor. 
Las mañanas en el hospital comienzan con una rutina intensa, marcada por la visita a los 12 pacientes más graves del área de urgencias. En un contexto donde cerca de 50 personas esperan diariamente por una cama, el equipo liderado por Pablo debe priorizar a quienes están en condiciones más críticas. Luego, dedica tiempo a visitar al resto de los pacientes de urgencia.

Su día continúa con reuniones de coordinación, actividades de docencia y la responsabilidad de liderar el comité de eficiencia hospitalaria. En este rol, analiza datos estadísticos y evalúa indicadores para medir y mejorar la eficiencia del sistema hospitalario. 

En el Hospital, la atención se centra principalmente en pacientes provenientes de las comunas de San Ramón, La Granja y La Pintana, que forman parte de la red del MINSAL. Sin embargo, también reciben casos de otras comunas cercanas, como Puente Alto, El Bosque y La Cisterna. “Mi trayectoria dentro de la salud pública ha sido bastante interesante, meteórica y exitosa, desde el punto de vista de los objetivos que me he planteado”, comenta. El camino no ha estado exento de desafíos. Pablo pasó de realizar turnos a asumir la jefatura y reorganizar el área de urgencia en un contexto de alta demanda durante la pandemia. La adaptación a un virus en ese momento desconocido exigió un esfuerzo colectivo. En la etapa post-pandemia, el enfoque cambió hacia la creación de soluciones innovadoras y el desarrollo personal, demostrando su capacidad para superar adversidades y avanzar profesionalmente. 

Elegir entre la salud pública y la privada fue una decisión clave en la carrera de Pablo. En ese momento, tuvo la oportunidad de integrarse a la Clínica Alemana con un proyecto prometedor, pero también se le presentó la posibilidad de trabajar en el Hospital Padre Hurtado. Aunque ambas opciones ofrecían caminos opuestos, fue el vínculo emocional con el hospital público lo que finalmente inclinó la balanza. Pablo se formó como médico en el Hospital Padre Hurtado, donde aprendió de sus pacientes y de un equipo que aún permanece allí, desde las enfermeras hasta el guardia que lleva más de 20 años trabajando en el lugar. Para él, era fundamental devolver al hospital todo lo que este le había entregado durante su formación. “Aquí aprendí a ser médico. Esta es mi casa, con sus desafíos, su creatividad y la constante necesidad de buscar soluciones con recursos limitados”. Aunque la decisión fue, en sus palabras, “un salto al vacío”, la salud pública le ha permitido generar un impacto tangible en la comunidad, es un entorno que lo inspira. 

Una de las principales metas para la salud pública, especialmente en la zona suroriente, es elevar los estándares y reducir las brechas en comparación con otros sectores del sistema. Aunque el Hospital Padre Hurtado cuenta con indicadores positivos, el desafío está en lograr que estos se traduzcan en mejoras tangibles para los pacientes. La meta es que ellos perciban un cambio real y sientan que el esfuerzo diario está enfocado en brindarles una mejor atención. Sin embargo, aún queda mucho por hacer: las listas de espera para cirugías pueden extenderse por un año, y los tiempos de atención en urgencias siguen siendo un problema significativo. “Estamos al debe”, reconoce. 

Este médico UDD disfruta profundamente tanto de su labor asistencial con los pacientes como de su rol docente, enseñando a internos y becados. Para él, combinar ambas áreas es un privilegio que valora enormemente. Encuentra especial satisfacción en asumir turnos y atender casos graves, un desafío que muchos prefieren evitar, pero que él toma con entusiasmo. Su mayor motivación es estar presente en momentos críticos, salvar vidas y observar la recuperación de los pacientes día a día. También aprecia las mejoras que se realizan en el hospital, como la instalación de sillas más cómodas en las salas de espera o la renovación de espacios a través de la pintura, lo que hace que el ambiente sea más acogedor. Para él, estos avances reflejan un esfuerzo colectivo por dignificar la atención y mejorar la experiencia de los pacientes. 

Pablo considera que la pandemia marcó una revolución en la salud pública, transformando por completo la visión de la salud en el país. Según él, las nuevas generaciones y la mayoría de sus colegas ahora aspiran a una salud de calidad para todos. Aunque valora su labor en el sistema público, le gustaría poder ofrecer a sus pacientes el tipo de atención que se brinda en las clínicas privadas. “No me interesaría trabajar en un lugar donde no pudiera tener la oportunidad de apuntar alto. El día que me sienta estancado, es porque tengo que buscar otro lugar donde trabajar”, comenta. 

Para él, la gran fortaleza de la salud pública radica en que la atención médica es real. “Se hace lo que se tiene que hacer, ni más ni menos”, afirma. Con recursos limitados, no hay espacio ni tiempo para exámenes adicionales o un servicio extenso. Se ofrece una atención médica concreta, definida por él como “verdadera medicina”, lo que busca transmitir a cada paciente. Sin embargo, también reconoce las limitaciones del sistema y subraya la importancia de humanizar la atención. Pablo señala que le gustaría que se humanizara más la atención al paciente, desde el momento en que entra al hospital. Considera importante que la atención sea agradable, que el guardia lo salude, que no haya basurales a la entrada, que los asientos sean cómodos, los baños estén limpios y que la información sea clara y rápida. Además, resalta que los pacientes deben ser atendidos y dados de alta sin tener que esperar horas. 

Este alumni se siente muy orgulloso de la formación recibida. “Soy pro UDD, la gente que trabaja conmigo, mis amigos y mi familia lo saben. En particular, la Facultad de Medicina, de la cual me titulé, está muy bien posicionada, y eso se debe al trabajo que la Universidad ha realizado con el hospital y sus pacientes. Nuestra preparación está estrechamente ligada con la comunidad en la que estamos insertos. Creo que es una universidad de excelencia”, afirma con convicción. Entre los profesores que marcaron su formación, menciona a Jorge Pérez, infectólogo jefe de la beca de medicina interna, con quien tuvo la oportunidad de realizar su internado, así como al doctor Labarca, quien fue su tutor, y al doctor Canals, entre otros referentes clave en su carrera. 

Este año, fue homenajeado con el reconocimiento a la Trayectoria Alumni UDD, que se suma a distinciones recibidas en el 2021 como Mejor Profesor en la carrera de Medicina UDD y el mismo año un reconocimiento por su Compromiso Social, mientras que en 2020 fue incluido entre los 100 mejores jóvenes líderes de “El Mercurio”. 

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