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¿Fin del consenso moral?

Por: Dr. Juan Pablo Beca I.
El Mercurio
4 Octubre 2006

Señor Director:
Lucía Santa Cruz, en su iluminadora columna del 1 de octubre, llama la atención de que la reciente normativa gubernamental sobre regulación de la fertilidad ha tocado un tema especialmente sensible y ha dejado en evidencia, una vez más, nuestra división ante visiones antagónicas. La autora muestra así una característica de las sociedades modernas que han dejado de ser sociedades con códigos morales únicos para ser plurales. Ya no se pueden concebir sociedades en las cuales algunas autoridades, de cualquier naturaleza, pretendan imponer sus visiones. Es el desafío del pluralismo que no significa relativismo, sino tolerancia, valoración y respeto a diferentes posiciones y creencias que necesitan convivir en comunidades que, como la nuestra, se van haciendo progresivamente diversas.

El problema entonces es aprender a vivir y convivir en una sociedad plural. El consenso moral es necesario para concordar en ciertos «mínimos» en los cuales todos podemos estar de acuerdo: respetar la dignidad de la persona humana, no atentar contra nuestros semejantes, no mentir ni robar, etcétera, que son deberes mínimos de justicia. Sin estos acuerdos no se puede vivir en sociedad. Pero junto a ellos es necesario desarrollar «éticas de máximo», que son nuestros proyectos de felicidad, inevitablemente diversos y que no pueden ser impuestos por ninguna autoridad, sino propuestos como ideales de vida. Así, «lo que parece estar crispando nuestra convivencia civil y el entendimiento entre laicos y católicos» es precisamente esta dificultad para convivir y respetarnos unos a otros y no una norma técnica con la cual podemos legítimamente discrepar.

Como se desprende de lo planteado en la columna que comentamos, la búsqueda de consensos morales es una necesidad social que implica armonizar aspectos de libertad, autonomía, tolerancia, jerarquías de valores, ideales de familia, participación democrática, ejercicio de la autoridad y, de manera muy especial, nuestras creencias religiosas.