Señor Director:
El prolongado movimiento estudiantil, en su lucha por superar complejas deficiencias del sistema educacional nacional, ha incluido diversas formas de manifestaciones. Una de ellas es la huelga de hambre que mantiene un grupo de más de 35 estudiantes, la mayoría de ellos de educación secundaria y menores de 18 años. Llama la atención de que este hecho sea mínimamente informado por los medios de comunicación y que no exista una discusión social acerca de la legitimidad moral de su huelga de hambre.
Es necesario plantearse muchas preguntas, aunque la mayoría de ellas tenga respuestas inciertas. ¿Si la autonomía de los adolescentes es parcial por su grado de desarrollo de la conciencia moral (generalmente aun no post-convencional a esta edad), se les puede reconocer el derecho de poner en riesgo su salud y su vida como forma de defender una causa? Aun cuando no es claro el daño que una desnutrición aguda, es posible pensar que tiene un riesgo mayor en organismos en pleno desarrollo.
Frente a estos riesgos, a la natural inmadurez de la edad y a la posible presión de sus dirigentes cabe plantearse la necesidad urgente de que estos jóvenes reviertan sus decisiones. La respuesta debería ser persuadirlos y esta responsabilidad le cabe a sus padres, amigos, dirigentes estudiantiles, profesores y autoridades. En lo personal, como médico y académico hago un llamado a los estudiantes a terminar con esta forma de lucha por sus ideas. Si la persuasión fracasa y los estudiantes huelguistas de hambre persisten en arriesgar su salud y su vida, cabe la posibilidad de interponer recursos judiciales que obliguen su alimentación para protegerlos de los riesgos.