El Mercurio – 20 de septiembre de 2015
Señor Director:
La carta del señor Andrés Bowen, publicada el domingo pasado y basada en su reflexión personal y familiar ante la campaña «Dale vida a Cris», es un ejemplo de generosidad e invita a que cada uno reflexione y decida ante el tema de donación de sus órganos cuando fallezca. Sin duda que los donantes de mañana están vivos hoy, son capaces de decidir, y para cada uno la responsabilidad personal es pensar en el tema, asumir una posición generosa y solidaria, y compartir esta decisión con su grupo familiar.
Es sabido que en Chile, a pesar de que actualmente todos somos legalmente donantes, tenemos una muy baja tasa de donación de órganos y una lista de más de 1.700 pacientes en espera, algunos de ellos dramáticamente urgentes, como el conmovedor caso que se comenta. Las causas de la baja tasa de donantes es multifactorial y uno de los principales factores es la poca confianza en el sistema de donación y trasplantes de órganos. Lamentablemente los dramáticos llamados públicos a donar un órgano para un caso particular no han contribuido a aumentar esta necesaria confianza.
Sin embargo, en la carta del señor Bowen hay un error conceptual que requiere ser corregido. Para referirse a la decisión de aceptar o no que uno de nuestros hijos sea donante, la carta dice: «¿qué hacemos si nos preguntan si estamos dispuestos a desenchufar la máquina que mantiene a uno de los niños con vida?». El error está en que el donante debe estar muerto para poder serlo, porque no se extraen órganos de pacientes aún no fallecidos. Por lo tanto es importante comprender que las medidas de soporte vital no lo pueden mantener vivo una vez establecido el diagnóstico de muerte encefálica. Si se ha decidido la donación, la ventilación mecánica se prolonga para mantener la irrigación y oxigenación de los órganos hasta su extracción.
El concepto de que hay que donar para salvar otras vidas es absolutamente correcto, es un acto de gran generosidad, es dar sin mirar a quien. La invitación es a que, frente al tema de la necesidad de órganos para trasplantes, cada persona debe reflexionar, anticipar conductas a tomar ante la muerte, y compartir sus criterios con sus familiares porque no se concreta una donación si los familiares se oponen, aun cuando la persona fallecida hubiese manifestado su voluntad de ser donante.
Dr. Juan Pablo Beca
Dra. Carmen Astete
Centro de Bioética, Facultad de Medicina
Clínica Alemana Universidad del Desarrollo