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Usan células madre para tratar daño por radiactividad en trabajador

Terapia es posible gracias a investigaciones desarrolladas en Instituto de Ciencias de la Facultad.

El 15 de diciembre de 2005 Miguel Ángel Fuentes sufrió un accidente laboral. Durante la construcción de la planta Nueva Aldea de Celulosa Arauco, en la VIII Región, se perdió una barra de iridio radiactivo de un equipo que fue hallada por él. Sin sospechar de su peligrosidad, la guardó en el bolsillo trasero de su pantalón.

Trece días después voló al Hospital Militar Percy de París, donde permaneció cinco meses en tratamiento, para recuperar el daño que sufrió en uno de sus glúteos y en su mano izquierda.

Desde ese momento, tuvo que regresar una vez al año para tratar su mano, debido a que el daño se reactiva y le produce un fuerte dolor, que se pasa cuando se le inyectan células madre.

Entre agosto y septiembre pasado, esta rutina sufrió un cambio. Por primera vez Miguel Ángel se hizo este tratamiento en nuestro país, en el Hospital Mutual de Seguridad. «Me sacaron células madre de la pelvis y las cultivaron durante 10 días. Después me sacaron todo lo que tenía malo en mi mano, y luego me inyectaron las células. A los cinco a seis días estaba todo cicatrizado y ya no me dolía», explica Fuentes.

Primer paso

«Este es un paso muy importante para el país porque hoy se habla mucho de terapias con células madre, pero en verdad no lo son», explica el doctor César Cárcamo, médico tratante de Fuentes y director del centro de salud.

«Acá sacamos estas células de la médula ósea, las purificamos, las cultivamos y multiplicamos y, después de eso, las inyectamos de regreso al paciente», explica este profesional.

Esto es lo que trae alivio a Fuentes, que, después de un año de este procedimiento, comienza a sentir dolor. «Es como una úlcera que arde y que no se alivia con tomar analgésicos. Sólo se pasa con la inyección de estas células», cuenta.

Esta terapia ahora se puede hacer en Chile gracias a que la U. del Desarrollo montó un laboratorio de muy buen nivel, con un buen equipo científico capaz de desarrollar células madre. «El año pasado invitamos a los médicos franceses que dieron su autorización para que hiciéramos el procedimiento acá, porque vieron que el laboratorio cumplía los estándares que ellos exigían», explica Cárcamo.

Este trabajador de Quillón, localidad ubicada en la zona costera de Chillán, tiene ahora una reserva de estas células congeladas para las veces que él las requiera en el futuro.

A Fuentes le duele no encontrar trabajo, «porque todos saben que soy un accidentado que requiere tratarse cada tanto». Aunque también hoy tiene una alegría. Tuvo una hija después del accidente, a pesar que le advirtieron que no podría engendrar a consecuencia de la radiación. «La Mutual me daba preservativos para cuidarme, porque si llegaba a tener un hijo podía tener problemas. Pero, gracias a Dios, salió una niña sanita que hoy tiene tres años», concluye.

(Fuente: Diario El Mercurio, lunes 22 de octubre 2012)