Explorar las experiencias en torno a residencias sanitarias dispuestas en Chile en el marco de la pandemia por Covid-19 desde la perspectiva de migrantes internacionales, equipos de salud, autoridades y administradores de estos recintos, con el fin de generar recomendaciones y productos de transferencia para el cuidado ético de esta población durante emergencias sanitarias, fue el objetivo del estudio realizado por el Programa de Estudios Sociales en Salud del Instituto de Ciencias e Innovación en Medicina (ICIM) de la Facultad de Medicina Clínica Alemana Universidad del Desarrollo.
La propuesta, financiada por el fondo Call for proposals: The Ethics of Public Health Emergency Preparedness and Response de la Organización Mundial de la Salud (OMS), surge como respuesta a las dificultades de los migrantes internacionales para enfrentar la amenaza de salud de una pandemia y las repercusiones económicas que estas crisis conllevan debido a diversos determinantes sociales preexistentes, así como también a factores específicos de la emergencia (precariedad socioeconómica y laboral, barreras de idioma y culturales, protección social, falta de información sobre riesgos y protocolos de emergencia, entre otros), que se suman a un sistema de salud segmentado que no logra resolver las necesidades específicas de esta población.
Para el estudio, se realizaron entrevistas a 33 participantes, de los cuales 17 son migrantes mayores de 18 años que estuvieron en residencias sanitarias, y 16 del grupo conformado por profesionales de la salud, representantes de autoridades y gerentes de las residencias.
Uno de los principales resultados y que fue clave para la elaboración de las recomendaciones, tiene que ver con la experiencia migratoria en Chile y el explosivo aumento en la llegada de migrantes internacionales durante la pandemia por Covid-19, principalmente de personas que lo hacen de manera irregular y por pasos no habilitados en la zona norte. “Estos ingresos conllevan riesgos en distintos ámbitos, entre ellos la salud mental, además de la preocupación de un posible contagio durante el proceso de cruce de fronteras”, explica Alexandra Obach, investigadora del Programa de Estudios Sociales en Salud a cargo del análisis de los resultados.
Por otro lado, una vez que ingresan al país deben realizar cuarentenas preventivas en albergues que, si bien constituyen una solución práctica, son instalaciones de carácter transitorio, con hacinamiento y sin garantías de seguridad, puesto que cumplido el período de aislamiento, los migrantes quedan sin protección, en algunos casos en condiciones de pobreza y sin redes de apoyo. En el caso aquellos que dan positivo a Covid-19, estos son idealmente trasladados a residencias sanitarias, pero dependerá de los cupos disponibles para hacer la transferencia desde los albergues.
Con respecto a la experiencia en las residencias sanitarias, quienes las utilizaron sostienen que fue positiva y agradecen la oportunidad de haber podido hacer cuarentena en esos recintos. Sin embargo, se reportan algunos elementos negativos, entre ellos, el temor de acceder a ellas y tener que dejar sus hogares, miedo a ser deportados en el caso de quienes están en situación irregular en el país, malas experiencias referidas a separaciones de las familias, falta de atención en salud mental, trámites más complejos y burocráticos para los extranjeros en comparación a la población nacional; barreras idiomáticas, carencia de un enfoque de interculturalidad en la atención en salud que se brinda, ausencia de facilitadores interculturales, falta de insumos personales o de aseo ante la ausencia de redes de apoyo en el exterior y, en algunos casos, se han identificado situaciones de discriminación por parte del personal de las residencias.
En cuanto a la percepción en torno al cuidado ético de personas migrantes, los actores sociales entrevistados sostuvieron que sí se ha cumplido, puesto que se les ha otorgado todos los cuidados de salud necesarios durante su estadía. Aun así, plantean algunas carencias relacionadas con la falta de contención para familias sin redes de apoyo, la ausencia de un enfoque de interculturalidad en la atención que considere las determinantes sociales presentes en su vida y que influyen en su exposición al riesgo de contraer Covid-19; y la necesidad de capacitar al personal en estos temas. Además, se comenta la falta de pesquisa de otros antecedentes de salud, información que puede ser relevante y útil para su posterior seguimiento.
A modo general y con respecto a las condiciones de vida de los migrantes en Chile en el contexto general de pandemia, “se reporta, entre otros temas, que muchos viven en situación de vulnerabilidad y hacinamiento, lo cual los expone a mayores posibilidades de contagio, sumado a las precarias condiciones laborales en las que se encuentran, que hacen imposible adherir a las medidas preventivas y de autocuidado”, cuenta Alexandra Obach, quien agrega que “muchos evitan acercarse a los centros de atención por miedo a ser deportados y porque sienten que se les responsabiliza de los contagios masivos de Covid-19”.
A partir de estos resultados, el Programa de Estudios Sociales en Salud estableció una serie de recomendaciones para el cuidado ético de migrantes internacionales durante la actual y futuras emergencias sanitaria agrupadas en cinco dimensiones principales: cruce de fronteras y medidas sanitarias; las condiciones de vida de migrantes internacionales en contextos de pandemia; el acceso a la información y adherencia a medidas de prevención de Covid-19 por parte de esta población; acceso y uso del sistema de salud por parte de los migrantes en contexto de pandemia; y el cuidado ético en las residencias.
Además de las recomendaciones, el equipo de investigación generará dos productos de transferencia, con el fin de potenciar el cuidado ético hacia población migrante internacional en residencias sanitarias. Uno de ellos es un curso de entrenamiento online para equipos de salud de estas instalaciones, canalizado a través del Ministerio de Salud; y un manual de buenas prácticas (protocolos) para los profesionales a cargo de la atención de migrantes en estas instalaciones.
El estudio fue llevado a cabo por las investigadoras UDD Báltica Cabieses, Alexandra Obach y Alice Blukacz. A su vez, contó con el apoyo metodológico de Alejandra Carreño y Daniel Larenas, ambos del Programa de Estudios Sociales en Salud; y de Emmanuel Mompoint, doctor haitiano residente en Chile; y la asesoría de Daniel Molina, de la Subsecretaría de Redes Asistenciales del Minsal; y el Dr. Juan Pablo Beca, del Centro de Bioética UDD.