La docente de la carrera de Enfermería de la Facultad de Medicina Clínica Alemana Universidad del Desarrollo, Viviana Acevedo, estaba en prácticas clínicas cuando percibió una necesidad que debía ser resuelta: fortalecer la comunicación efectiva de sus estudiantes con los profesionales de salud y pacientes.
El lenguaje sanitario está colmado de tecnicismos, códigos, públicos variados, niveles de conocimiento y una cultura organizacional que define lineamientos de cómo el personal sanitario debe comunicarse. Este lenguaje común, como lo nombra Acevedo, es lo que permite que nos entendamos entre clínicos y a la vez generemos lazos terapéuticos sólidos con nuestros usuarios.
¿Cómo nace la necesidad de medir las habilidades comunicacionales de nuestros estudiantes?
V: Vimos que los estudiantes estaban teniendo dificultades al momento de expresarse de forma oral ante otros clínicos durante las puestas al día o entregas de turno. Estos hitos, dentro de una jornada laboral, son muy importantes ya que comunicamos nuestro trabajo y observaciones respecto a un paciente. Los estudiantes no tenían carencias de conocimiento, la necesidad estaba en el cómo transmiten esta información mediante este lenguaje común.
¿Cuál creen que es el origen de esta necesidad?
V: Si bien sabemos que aprender este lenguaje común inicialmente puede ser difícil, las plataformas digitales y el periodo de pandemia también intervino en la forma en que se comunican los actuales estudiantes de pregrado. Si hicieran la entrega de turno escrita en un chat estoy segura que no tendrían problemas, pero el ejercicio profesional no es así (ríe).
¿En qué consiste el proyecto que están desarrollando?
Hacemos que los estudiantes participen de un juego de roles e instrucciones. Un estudiante toma el rol de instructor y su compañero el rol de constructor. El instructor posee una imagen con bloques Lego que debe ser ensamblada por el constructor. Durante este juego, el instructor debe dar las directrices al constructor para que llegue a la imagen deseada sin establecer contacto visual entre ellos dos.
Mientras el juego se desarrolla, nosotros evaluamos volumen de la voz, parafraseo, coherencias en indicaciones, fluidez y velocidad al hablar (…), todo lo que busca una comunicación asertiva. Posteriormente se hace un debriefing, donde se comenta lo evaluado y se les entrega material de apoyo para mejorar su comunicación.
¿Cuándo sería el mejor periodo académico para implementar este tipo de intervenciones?
El proyecto debería ser implementado antes del comienzo del internado. Ahora, si me lo preguntas, sería ideal implementar este tipo de actividades desde tercer año en adelante. Así los estudiantes tienen más instancias dónde aplicar lo aprendido.
¿Cómo ven este proyecto a futuro?
Creemos que puede tener grandes proyecciones y avances. Nuestros estudiantes están muy motivados con el proyecto. Posiblemente no somos la única carrera de la Facultad, o incluso de la universidad, que esté teniendo un escenario similar a este. Sería interesante saber si hay otras carreras interesadas en aplicar estas evaluaciones en sus estudiantes. Tal vez, en un futuro, podría existir un documento que aúne herramientas que fortalezcan y apoyen la comunicación de nuestros estudiantes.
Al día de hoy, el proyecto liderado por Viviana Acevedo y Konstanza Lobos se encuentra en recolección de datos y están a la espera de su análisis para comenzar a elaborar un plan que aborde la comunicación sanitaria asertiva en sus estudiantes de pregrado.