El Dr. Pablo Vial, infectólogo de Clínica Alemana y director del Instituto de Ciencias e Innovación en Medicina de la UDD, entrega consejos e información clave para evitar el contagio de esta enfermedad. Explica, además, si lo ocurrido en Estados Unidos con esta nueva cepa puede replicarse en nuestro país, cuáles son las medidas que hay que tomar y los tratamientos disponibles.
La humanidad ha convivido con la influenza hace cientos de años. Los primeros registros se remontan al siglo XV en Italia, donde observaron que periódicamente se producía una epidemia de patología respiratoria con fiebre alta. La aparición de estos brotes anuales se atribuyó a la influencia (influenza en italiano) de las estrellas; mientras que en Inglaterra se la describía como “knock me out fever”, la fiebre que me noquea.
Hoy sabemos que la causa no está en el firmamento, sino en un virus bautizado como influenza, altamente transmisible y que tiene la capacidad de cambiar las proteínas de su superficie, lo cual le permite escapar a las defensas que hemos desarrollado con infecciones anteriores por el mismo virus.
Es así como nos contagiamos, producimos una buena respuesta inmune y el organismo lo controla. Pero a la temporada siguiente el virus modifica su “fisonomía” y nos vuelve a infectar, enfermamos y, una vez más, producimos una respuesta defensiva. Y así el ciclo se repite. El tipo de mutación de cada temporada determina la cantidad de individuos que se ven afectados y la severidad de los cuadros.
La Organización Mundial de la Salud ha establecido centros de vigilancia en numerosos países de los dos hemisferios para monitorear las fluctuaciones del virus y, con esta información, recomendar las cepas que deben incluirse en la vacuna de cada año. El objetivo de las campañas de inmunización es preparar a la población más susceptible, para que desarrolle anticipadamente defensas para el virus que viene.
¿Qué es la influenza?
Es una enfermedad respiratoria aguda causada por un virus. Existen cuatro tipos: A, B, C y D. En el ser humano los A y B son los más frecuentes. En el A se distinguen subtipos, que se denominan con las letras H y N, por ejemplo, el H1N1 o H3N2. El virus infecta el sistema respiratorio (nariz, faringe, bronquios y pulmón). Además, produce una reacción inflamatoria importante que se expresa con fiebre y síntomas en otras partes del cuerpo.
¿Cómo se contagia?
El virus se multiplica en las mucosas respiratorias y se encuentra presente en sus secreciones, en grandes cantidades en los pacientes que tienen síntomas de la infección. La principal vía de contagio es persona a persona, a través de las gotitas de saliva que se expulsan al hablar, toser o estornudar y también al besar. Adicionalmente, las manos de un enfermo son una fuente de contagio, ya que se contaminan al limpiar las secreciones o al tapar la boca para toser o estornudar.
¿Por cuánto tiempo contagia alguien enfermo?
Una persona con influenza tiene virus en sus secreciones respiratorias desde un día antes que comiencen los síntomas y hasta siete días después. La mayor cantidad de contagio se produce los tres primeros días de la enfermedad.
¿Cuánto dura el virus en el ambiente?
Puede sobrevivir 24 a 48 horas en superficies. Las manos, objetos, juguetes, instrumentos, pañuelos de género o de papel que hayan tenido contacto con esas secreciones respiratorias son fuentes de contagio.
¿Cuáles son los síntomas?
Se caracteriza por un comienzo abrupto de fiebre y compromiso del estado general (decaimiento, falta de apetito y de fuerza), asociado a dolores de cabeza y musculares en todo el cuerpo y, ocasionalmente, malestar abdominal y nauseas. Estos síntomas generales se acompañan de congestión nasal, tos con secreciones, dolor de garganta y de ojos. La fiebre dura entre 3 y 4 días, pero los síntomas respiratorios pueden persistir hasta por 2 semanas.
¿Cuáles son las complicaciones?
Uno de los principales riesgos es que deja al organismo del paciente propenso a adquirir otras enfermedades. Entre las más frecuentes están las infecciones bacterianas secundarias, específicamente neumonía. En muchas personas puede evolucionar con bronquitis obstructiva. Cuando afecta los bronquios o pulmones pueden llevar a una insuficiencia respiratoria. También se presentan complicarse con otitis y sinusitis. Menos comunes son cuadros más graves como miocarditis y encefalitis.
¿Hay grupos más vulnerables a las complicaciones?
Sí, los niños menores de dos años, los adultos mayores de 65 años, las embarazadas, las personas que tienen algunas enfermedades crónicas (pulmonares, cardíacas, renales, metabólicas como diabetes u obesidad, cáncer e inmunodeficiencias). Por eso, son parte de la población que se incluye en la vacunación ministerial.
¿Existe tratamiento?
En general, el tratamiento consiste en controlar los síntomas con medicamentos para la fiebre (paracetamol, ibuprofenos) y para la congestión. En niños no debe utilizarse aspirina. Existen fármacos específicos, como los antivirales oseltamivir (tamiflu o rimivat), cuyo uso debe ser evaluado siempre por el médico.
¿Cómo puede prevenirse?
¿A qué se debe la preocupación en esta temporada?
En los países del hemisferio norte, especialmente en EE.UU. y Europa, se ha informado sobre un aumento significativo de casos y, consecuentemente, de hospitalizaciones y muertes. El virus predominante fue el de la influenza A subtipo H3N2. Sin embargo, no hay evidencias de que estemos en presencia de una cepa más agresiva ni patogénica, sino solamente de un mayor número de enfermos. En el hemisferio norte, la mayoría de los casos graves, hospitalizaciones y muertes se produjeron en los grupos de riesgo. Por lo tanto, la recomendación, así como lo ha indicado la autoridad, es que esas personas se vacunen.
El año 2017, en Chile, ya circuló la misma cepa en forma predominante, por lo tanto es difícil predecir si se repetirá el brote en la magnitud del observado en EE.UU. y es posible que en nuestro país este año la situación no se diferencie sustancialmente de la habitual para los inviernos, ya que nuestra población podría contar con una mejor inmunidad.
Es esperable, además, que la vacuna que se usará en Chile tenga un efecto protector mayor a la que se aplicó en Estados Unidos, ya que se ajustó a las cepas circulantes.
Por todo lo anterior, el llamado es a la tranquilidad, ya que no estamos frente a una variante de la influenza más agresiva o severa.