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«La nutrición no es solo teoría: es una herramienta real para sostener» – Camila Vergara, Nutricionista UDD

Camila Vergara Delgado, nutricionista de la Universidad del Desarrollo y magíster en Nutrición Clínica Oncológica de la Universidad de Barcelona, ha construido una trayectoria marcada por la convicción de que la nutrición hoy va mucho más allá de una pauta alimentaria. Es fundadora de Onnconutrición – Centro de Nutrición Oncológica, docente de la Facultad de Medicina CAS UDD y socia fundadora de la Sociedad Chilena de Nutrición y Cáncer. 

Actualmente, desarrolla su labor clínica en distintos espacios: en Clínica Familia, como parte del equipo de cuidados paliativos; en Nace Mujer, centro especializado en salud femenina, donde lidera el programa nutricional de prevención y tratamiento para mujeres con cáncer de mama; y en la Universidad del Desarrollo, donde además de hacer docencia coordina el internado clínico adulto y las profundizaciones en oncología y cuidados paliativos.

Paralelamente, cumple el rol de tesorera en la Sociedad Chilena de Nutrición y Cáncer, organización científica creada hace un año con el objetivo de generar formación, evidencia y redes profesionales en torno al manejo nutricional del cáncer. 

Hablar con Camila es entender que la nutrición se ha transformado en una forma de medicina emocional, acompañamiento humano y una herramienta concreta para atravesar un diagnóstico tan desafiante como el cáncer. Su carrera ha estado guiada por un propósito claro: que los pacientes reciban información certera, apoyo continuo y un tratamiento integral donde la alimentación sea una pieza clave para recuperar calidad de vida. 

Su voz transmite convicción y calidez. Habla de ciencia, pero también de humanidad; de evidencia, pero siempre poniendo a las personas en el centro. 

“Fue allí donde la nutrición dejó de ser teoría y se transformó en una herramienta real para sostener a los pacientes.” 

Su camino hacia la oncología no estuvo marcado por una experiencia personal ligada al cáncer, sino por la práctica clínica. Durante los primeros cinco años de su carrera trabajó en el Hospital Padre Hurtado, Clínica Santa María y posteriormente en Clínica Alemana. En esos espacios fue testigo de diagnósticos complejos, procesos intensos y familias completas movilizadas por la incertidumbre. Fue allí donde la nutrición dejó de ser teoría y se transformó en una herramienta real para sostener a los pacientes. 

“Me di cuenta de que mi vocación era estar frente a un paciente oncológico. Era el escenario más duro, pero también donde más podía influir en su bienestar. Sentí que tenía herramientas para ayudar, y eso me motivó. Yo no llegué a la oncología por una experiencia personal, sino porque este mundo complejo me hizo sentido”, explica. 

Los equipos médicos confiaban en su trabajo y los pacientes respondían. Con un carácter empático, cercano y observador, comprendió que ese era un camino que valía la pena recorrer. Ese fue el punto de inflexión: la nutrición no solo impactaba cuerpos debilitados, también sostenía emociones, animaba la esperanza y ayudaba a recuperar autonomía. Era necesario profesionalizar ese acompañamiento, educar, derribar mitos y construir un puente entre la evidencia científica y la vida cotidiana. 

Con el tiempo, comenzó a notar un fenómeno preocupante: muchos pacientes llegaban con información obtenida desde redes sociales, búsquedas en internet o recomendaciones informales. Dietas restrictivas, listas de alimentos prohibidos, falsas promesas curativas. Mucho miedo y poca evidencia. 

Así nació Onnconutrición, su proyecto personal, que hoy se proyecta como una plataforma clínica, educativa y científica. “Los pacientes veían distintos especialistas y todos les decían algo diferente. No había una respuesta única ni un acompañamiento especializado. Había mitos, desinformación, y la nutrición, que es fundamental, no estaba siendo abordada como debía”. 
El proyecto ofrece consultas nutricionales integrales, medición de composición corporal, educación para familias y un seguimiento cercano, donde el paciente no se siente solo. Incluye asesorías por WhatsApp, pautas personalizadas y una disponibilidad real para acompañar cada proceso. 
Pero su visión va más allá de la atención individual. Su objetivo es transformar este trabajo en un movimiento formativo para médicos, enfermeras, kinesiólogos y otros profesionales de la salud. Ya lo está logrando: es invitada a congresos y encuentros profesionales para enseñar cómo aplicar la nutrición oncológica en distintos contextos clínicos. 

“Quiero capacitar a profesionales en todo Chile. Que no solo Santiago tenga acceso. Que, si un paciente vive en Chiloé, no tenga menos oportunidades que alguien en la capital”. 

Su proyección futura apunta a la generación de políticas públicas, el desarrollo de protocolos nacionales de manejo nutricional y el acceso garantizado a suplementación para pacientes con cáncer, independiente de su situación económica. 

Trabajar con cáncer implica convivir con noticias difíciles, procesos largos y escenarios inciertos. Camila lo reconoce con honestidad, pero también con profunda admiración. “Mi mayor aprendizaje es la resiliencia de los pacientes. El cáncer mueve el piso, pero también despierta algo profundo. Muchos miran su vida con otros ojos, valoran lo simple, toman decisiones que postergaban. Yo misma he cambiado. Ellos me lo enseñan todos los días”. 
En su relato no hay dramatismo, hay luz. Agradece cada vez que puede mejorar el bienestar con acciones concretas: una pauta más flexible, una sugerencia alimentaria o un mensaje de acompañamiento. “Los pequeños cambios importan. A veces un síntoma controlado devuelve el apetito por vivir”. 

Para ella, la nutrición es uno de los “pilares de la mesa” del tratamiento oncológico. Sin ella, todo el proceso se debilita. “La nutrición entrega energía y los componentes necesarios para enfrentar terapias y recuperarse. Si no acompañamos al paciente desde el inicio, los riesgos aumentan. Hay pacientes que mueren de desnutrición, no de cáncer. Eso no puede seguir ocurriendo por falta de información”. 

Explica que cada tipo de tratamiento requiere una estrategia distinta. En quimioterapia, aparecen náuseas, vómitos, inapetencia y saciedad precoz, mientras aumentan los requerimientos energéticos. En inmunoterapia, el sistema inmune queda vulnerable y se extreman los cuidados de inocuidad alimentaria. En cirugías por tumores sólidos, el paciente debe llegar con un buen estado nutricional para favorecer la cicatrización y recuperación. Cada etapa —diagnóstico, tratamiento y sobrevivencia— necesita una guía nutricional continua. 

Camila es clara al hablar de riesgos. “Las carnes procesadas están clasificadas como carcinógenas nivel 1, igual que fumar o consumir alcohol. Muchas personas no lo saben”. Recomienda evitar carnes rojas y procesadas, reducir el azúcar, disminuir ultraprocesados y priorizar alimentos frescos, bien etiquetados y sin aditivos innecesarios. El mensaje es simple: la alimentación puede promover o reducir la carcinogénesis, y la información es poder. 

Hoy ejerce la docencia en la Universidad del Desarrollo, su casa formativa y el lugar donde comenzó su compromiso humano. Durante sus años como estudiante participó en trabajos voluntarios que la conectaron con realidades diversas y con el valor del trato cercano al paciente. “Ahí entendí que podía cambiar la vida de alguien con mis conocimientos”. 
Regresar como docente la inspira tanto como su rol clínico. “Me encanta cuando una alumna se acerca y me dice que conectó con mi clase. Sembrar esa semilla en futuros profesionales es muy valioso”. En encuentros Alumni, exestudiantes la buscan y le cuentan cómo aplicaron sus enseñanzas. Para ella, ese es el mayor reconocimiento: ver que la cadena de impacto continúa. 

Camila Vergara no se conforma con atender pacientes. Quiere transformar la forma en que Chile aborda la nutrición en cáncer. Su mirada es técnica, pero profundamente social. Sueña con protocolos ministeriales, equipos interdisciplinarios desde el diagnóstico y formación continua en regiones. 
Onnconutrición, la Sociedad Chilena de Nutrición y Cáncer, su labor docente y clínica son parte de un mismo propósito: avanzar hacia un país donde enfrentar un diagnóstico oncológico sea un proceso más humano, informado y acompañado. 

En el Encuentro Alumni ReVive UDD 2025, se le otorgó el reconocimiento Trayectoria Alumni. Su testimonio encarna el espíritu que busca proyectar la Universidad del Desarrollo; profesionales con excelencia técnica, sentido ético y compromiso profundo con las personas. 

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