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Mi experiencia en las prácticas rurales en Chiloé

Relato de Christian Verdugo Escaffi, alumno de 5° año de la especialidad de Morfofisiopatología y Citodiagnóstico de Tecnología Médica.

La verdad es algo difícil poder plasmar en letras tantas emociones vividas en esta experiencia, es como tratar de explicar lo que nos hace sentir el recuerdo de esa persona especial, o ese momento inolvidable en nuestras memorias, pero trataré de relatar de mejor forma lo que significó para mí este gran viaje… Desde un principio fue interesante la idea de participar en una práctica rural en un lugar tan remoto y mágico como Chiloé, toda la gente con la que comentaba sobre esto decía que me iba a enamorar de esta tierra y la verdad es nunca pensé que de verdad sería así.

Cuando llegamos los alumnos de todas las carreras de la salud, tuvimos una pequeña charla sobre la situación epidemiológica en Chiloé. Al día siguiente teníamos que estar en el otro extremo de la cuidad en la mañana y entre que la única micro de Quellón no pasaba, el taxi que tampoco llegaba y luego de cierto tiempo esperando pudimos llegar al famoso CESFAM en donde nos mandaron a mil lugares para presentarnos con las autoridades correspondientes. Luego sucedió lo mejor que nos pudo haber pasado en ese momento, nos dieron el dato de lo que sería la casa que nos acogería por las dos semanas, simplemente perfecta y económica.

Los siguientes días fueron de conocer un poco el trabajo realizado en la atención primaria en Quellón, específicamente en el CECOF Rukalaf, a veces todos juntos y otras veces en las áreas de cada uno. Por mi parte, vi unas cosas bastantes interesantes: cómo se tomaba la muestra para el examen del PAP o cómo se colocaba un dispositivo intrauterino anticonceptivo (la famosa T de cobre) experiencias… fuera de lo común.

Como ya pasaba el tiempo íbamos conociendo gente del rubro, los cuales siempre nos invitaban a ir con ellos y conocer sus trabajos (la verdad esto pasó más con mis compañeras que conmigo porque en la atención primaria de Quellón no habían Tecnólogos Médicos) y con esto empezaron a autogestionarse nuestras actividades, y apareció la gran tarea que nos dio nuestro encargado, sugerir distintos modelos de encuesta de satisfacción de usuario para poder implementarla en el CECOF Rukalaf.

Pasados los días cada vez nos íbamos conociendo más entre nosotros, la convivencia era buenísima y mejoraba aún más, entre un calefón que simplemente nos ganó a todos, duchas eternas en las mañanas, el compartir pulgas y alergias donde un pañuelo desechable era más preciado que la misma comida, una estufa que nunca llegó y que nuestra casa era el paseo ahumada de los perros callejeros de Quellón, fueron cosas divertidas que iban haciendo a este viaje especial y a nuestro grupo más unido.

Al llegar al laboratorio del Hospital de Quellón me encontré con una realidad distinta, totalmente fuera de lo que estoy acostumbrado a ver en Santiago, un lugar donde con los mínimos recursos se debe sacar adelante el servicio y de una manera óptima, lo cual se hace muy bien a mi parecer. Con esto me di cuenta que a pesar de no contar con lo mejor para hacer tu trabajo, puedes y debes entregar un servicio de calidad, sobre todo a una comunidad que lo necesita enormemente, eso es vocación a mi parecer y en el Hospital hay mucha.

El otro lugar donde estuve, el laboratorio privado, es un servicio que está creciendo, en vías de acreditación que todos los laboratorios de este tipo deben someterse, espero que les vaya muy bien y siempre estaré muy agradecido de la forma en la que me recibieron y a las  grandes personas que trabajan y sacan adelante los exámenes de la comunidad, ya que ellos cuentan con un convenio con el CESFAM donde se les derivan los exámenes de la comunidad requeridos por esta institución, por lo cual no sólo entregan servicio particular, sino que también lo hacen a una gran parte de la población que se atiende en el sector público.

Cuando ya la semana llegaba a su fin nos dábamos cuenta que había tanto por hacer y tan poco tiempo que hasta evaluamos quedarnos una semana más, porque nos había encantado este lugar y veíamos la necesidad de profesionales del área de salud y sobre todo con vocación como para estar en este lugar recóndito haciendo lo que a uno le gusta, pero todos teníamos compromisos en Santiago y debíamos volver, será para otra ocasión dijimos y con un nudo en la garganta junto con muchos sentimientos encontrados de querer quedarnos tuvimos que partir, con la promesa de algún día volver.

Esta experiencia para mí fue increíble ya que me sirvió para ver otras realidades de la salud de Chile, ver cómo profesionales con recursos limitados realizan un trabajo hermoso donde una de sus grandes motivaciones es el amor a lo que hacen junto con el gran cariño con el que la gente les responde a su labor… ese es el mejor sueldo que uno puede recibir.

También conocí gente increíble. Al pasar el tiempo se creó una relación muy buena entre los integrantes del grupo y si me preguntan yo feliz volvería con ellas a donde nos digan que necesitan gente para prácticas rurales. Me siento afortunado de haber estado con gente que de seguro serán grandes profesionales y también grandes personas. En cuanto a mí, me llevo un recuerdo inolvidable de esta práctica, entre gente maravillosa que nos hizo sentir como en casa, una realidad que está bien orientada, pero aún falta mucho por hacer sobre todo en temas de gestión, lugares que superan mis mejores sueños y un deseo enorme de volver que espero algún día cumplir.

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