Claramente, el profesor Renato Acuña es un doctor que escapa a los cánones establecidos, partiendo por el pelo largo, que él define como una rebeldía antisistémica. “Ahora mis pacientes me dicen que soy más yo con el pelo largo, porque soy de personalidad más desordenada. Y si a mis 58 años no puedo hacer lo que yo quiera con mi pelo, entonces, ¿qué puedo hacer?”, dice el docente de Anatomía y Cirugía Pediátrica de la UDD.
Su particular estilo se condice también con su carrera como doctor y docente. Hace varios años que participa en operativos voluntarios de cirugías infantiles en distintas partes del mundo, siendo su destino favorito Isla de Pascua donde, además de ayudar, visita amigos. Con este mismo fin, también ha recorrido Chile y Bolivia.
Pero sin duda lo que más llama la atención son sus reiterados viajes a Medio Oriente (Palestina), lugar de difícil acceso y con condiciones adversas, que le permitieron reencontrarse con una manera más natural de practicar la medicina y que intenta aplicar también en Chile. Minimizar el uso de analgésicos y antiinflamatorios, escuchar el dolor físico y dejar que el cuerpo se recupere a su ritmo es algo que trata de realizar con sus pacientes del Hospital Padre Hurtado y Clínica Alemana.
Desde niño supo que estudiaría Medicina -como su padre-, y la vocación por la docencia la descubrió en segundo año de la carrera, cuando comenzó a ser ayudante de Anatomía. “Era una opción lógica. Me encanta ser cirujano y profesor. Pero si no hubiese estudiado Medicina, creo que sería un abogado litigante, bien peleador”, declara entre risas. Y es que el debate de ideas se le da fácil y busca los espacios para practicarlo.
Por lo mismo, la primera parte del tratamiento con sus pacientes, donde gana su confianza, es la conversación. Y el espacio para educar a los hijos, inculcarles las tradiciones y enseñarles las historias familiares, es en la sobremesa. “Es un espacio protegido para la conversación, donde la familia se reúne”, explica. Eso es lo que busca cada lunes, cuando sus cuatros hijos y su nieta de 12 años lo visitan para cenar, excusa perfecta para practicar uno de sus hobbies favoritos: cocinar, afición que comenzó copiando las recetas de la revista Mujer, según cuenta.
¿Un dato curioso del doctor? Estudió durante tres años Astrología para entender su vida y la de su familia: “Siempre he observado la naturaleza como un lugar para encontrar respuestas, un lugar de aprendizaje, el ejemplo es que cuando chico era scout. Y los astros forman parte de ese entorno que nos pueden influir como seres vivos”.