Dominga García, interna de séptimo año de la Facultad de Medicina de la Clínica Alemana Universidad del Desarrollo, decidió tomar uno de los desafíos más grandes dentro de sus estudios profesionales: apoyar con sus conocimientos y habilidades en esta pandemia. Actualmente está contratada por el Hospital Padre Hurtado (HPH) para apoyar en el equipo médico de la Unidad de Terapia Intensiva (UTI) de pacientes respiratorios.
“Como todo interno de salud de último año, al iniciar la pandemia pude elegir entre el ‘lo siento, no soy médico, así que me quedo en mi casita a salvo’ y el ‘iré al hospital o donde sea que se necesite ayuda a dar todo lo que pueda’. En mi caso no fue difícil decidirme por esta última, ya que siento un impulso interior muy fuerte por usar todo lo que he aprendido en estos seis años y medio de carrera y poder ayudar a la gente que lo necesita. No me imaginaría haciendo otra cosa en la crisis actual y es así como me doy cuenta que no podría haber elegido otra carrera (…) Si su vocación y entorno familiar/económico les permite estar trabajando en algún lugar, como voluntarios o contratados, que recuerden tomarse tiempos de descanso, de ocio, de pasarlo bien, tanto dentro como fuera de donde estén trabajando. Si algo les impide hacerlo, ya sea por vivir con familiares de riesgo, por no tener la plata para arriesgarse a enfermarse y gastar en atención médica, o por la gran ansiedad y miedo que sentimos todos en el mundo en estos momentos, no sentirse culpables ni nada parecido, ya que lo que están haciendo desde sus casas ya es increíblemente importante para sus familias y para todo el país. Así que también en esos casos mantener el autocuidado, darse momentos de flojear/chanchear sin culpas, y sentirse bacanes por estar haciendo lo que sienten más correcto en esta crisis”, puntualizó Dominga, quien además aseguró que su círculo más cercano ha sido de gran ayuda para sobrellevar este reto.
“Tengo la suerte de tener un grupo de amigos increíble dentro de los internos de Medicina, lo que ha sido un pilar fundamental. Estamos todos en la misma parada de ayudar lo que más podamos en el hospital y muchas veces somos los únicos que podemos entender cómo nos sentimos con lo que nos va pasando. Mi familia y amigos (extra-Medicina) claramente también han sido muy importantes en todo esto y me han ayudado mucho a ‘desconectarme’ en mis momentos de descanso, pero uno no siempre puede desahogarse todo lo que quiere porque no entienden cómo es la pega en el hospital, lo que uno está viviendo todos los días, y uno tampoco quiere cargarlos con las cosas tristes que uno vive día a día”, señaló.
Para la alumna de medicina esta experiencia no ha sido para nada fácil, pero aclaró que la esperanza y la actitud positiva la han ayudado en esta crisis.
“Es duro ver gente joven tan enferma, gente que se muere, gente por las que uno podría hacer algo, pero que lamentablemente no están los recursos disponibles. La carga de trabajo es altísima para el personal de salud en este momento, a lo que se suma la carga emocional de ver estas cosas en el día a día. También están las preocupaciones personales de cada uno, sobre la salud de su familia y de uno mismo”, dijo.
Asimismo, hizo hincapié en la irresponsabilidad de algunas personas: “A veces siento que vivo en otro mundo porque uno está todo el día trabajando en el hospital, dando la pelea contra el virus, pero al salir te encuentras con taco para llegar a la casa, siendo que supuestamente hay cuarentena total en toda la ciudad, o viendo en las noticias que hay gente que quiere irse a la playa el fin de semana. No obstante, también creo que hay un lado positivo. A pesar de lo duro del día a día uno ve que en el hospital los trabajadores siguen manteniéndose con el mejor ánimo posible, echando la talla, riéndose y tirando para arriba. En estas situaciones uno se da cuenta de que el humano se adapta a todo, desde las heridas que a uno le quedan en la cara por la mascarilla, hasta tener que irse a vivir lejos de sus familias para no exponerlos al contagio. Ha sido difícil y uno siempre está con el miedo de pensar que la próxima semana puede ser mucho peor, pero aún así se mantiene una actitud positiva y de esperanza”.
Actualmente Dominga mencionó que tiene a 12 pacientes graves -cuyo promedio de edad es de 40-45 años- en la UTI del hospital, dos de ellas están embarazadas y una de ellas tiene solo 27 años. “Algunos de ellos están tan graves, que ni siquiera deberían estar en una UTI, sino que en un mundo ideal deberían estar en una UCI intubados, pero lamentablemente hay pacientes aún peor que ellos ocupando todas las camas de la UCI. Y, al mismo tiempo, esos 12 pacientes son tan afortunados de estar ahí, porque hay muchos otros más graves que llevan días ‘hospitalizados’ en la urgencia esperando que se desocupe alguna de las camas en la UTI. Quiero contar esto porque necesito que la gente entienda que debe cuidarse, que este virus es muy imprevisible y que los que están gravemente enfermos no son solo los adultos mayores y con enfermedades, sino que puede ser cualquiera de nosotros. HAY que quedarse en la casa, hay que hacer teletrabajo todos los que puedan hacerlo, hay que cuidarse y cuidar al de al lado”, afirmó.
En cuanto a su experiencia profesional compartió que “ha sido muy fortalecedor, me he dado cuenta de que soy más fuerte de lo que creía y de que puedo serlo aún más (…) Agradezco enormemente la formación que he recibido de la Universidad, no sólo en cuanto a conocimientos médicos, sino en la garra que uno ve en algunos de los doctores que son nuestros docentes a lo largo de la carrera. Creo que es ese modelo el que hace que hoy en día haya más de 50 internos yendo de voluntarios al hospital y varios otros ayudando de otras formas en otros lugares. Siento que últimamente he usado muchas herramientas que me ha dado la UDD, desde las técnicas de comunicación con pacientes y formas de demostrarle empatía incluso usando elementos de protección personal, como mascarillas, hasta la creatividad y emprendimiento que hemos tenido que tener para lograr salir adelante en tiempos de pandemia”, indicó.
A esto agregó que para ella “los dos grandes fuertes de Medicina UDD son la calidad de sus docentes y su campo clínico. Creo que esas son las cosas que me han ayudado en este tiempo. Y la experiencia en el Hospital Padre Hurtado es invaluable, no será el hospital más grande ni más lleno de recursos que existe, pero eso mismo hace que uno aprenda a trabajar lo mejor que se puede con los recursos que tiene a mano y a esforzarse por lograr que se hagan las cosas que ayudan a nuestros pacientes. Las enseñanzas que nos dejan los pacientes en el día a día, con el nivel de esfuerzo que muchos demuestran por salir adelante, es algo que no se puede comparar con nada”.