Francisco Idalsoaga es médico egresado en 2013 de la Facultad de Medicina Clínica Alemana Universidad del Desarrollo, con especialidad en medicina interna y cursando la subespecialidad de gastroenterología. En septiembre de 2007, aún siendo estudiante y movido por una gran inquietud social, comenzó con “Unidad Móvil”, proyecto que nace de un grupo de médicos y estudiantes de medicina de diversas universidades, con el objetivo de dar atención médica directa a personas en situación de calle, en complemento a la labor que realizaba el Programa Acogida del Hogar de Cristo en Santiago.
Esta iniciativa, años más tarde, se convertiría en Salud Calle, una fundación orientada a dar atención de salud a personas en situación de calle que, actualmente, cuenta con más de 200 voluntarios que cada año realizan alrededor de 3.000 atenciones a personas sin hogar, además de generar publicaciones científicas y favorecer su integración a la red de salud pública.
¿Cuándo y cómo nace esta idea que terminaría convirtiéndose en una Fundación?
– Nació cuando estaba en primero de Medicina. Del programa de acogida de calle del Hogar de Cristo contactaron a varios estudiantes de Medicina más grandes de distintas universidades y ellos hicieron una mini difusión para saber a quién le interesaría, ahí enganché al tiro y empecé a salir harto, cada dos semanas más o menos, a estas rutas sociales, que se sumaban a algunas atenciones médicas en los albergues y hospederías que tenían.
Sin embargo, cuenta Francisco, la institución dejó el tema de la salud como parte de sus objetivos de trabajo, a pesar del crecimiento de la iniciativa. “Se cerró el policlínico, la casa de cuidado de fin de vida y la ruta era al final lo único que seguían haciendo”, explica. Fue así como en 2014, y aprovechando la organización que habían logrado con el resto del equipo de trabajo, que crearon el directorio de coordinación de la Unidad Móvil, iniciándose la transición a Salud Calle.
En 2020, ya consolidados como Fundación, el médico UDD y sus compañeros asumieron la realización de las rutas médicas del Programa Noche Digna del Ministerio de Desarrollo Social, apoyando el manejo de la pandemia para disminuir el impacto de esta en las personas en situación de calle. “Logramos más de 1.500 atenciones”, cuenta Francisco.
Sin embargo, el año recién pasado concretó uno de sus más grandes anhelos: la creación de un policlínico -ubicado en el barrio Franklin- dedicado exclusivamente a personas en situación de calle, un programa único en Chile y América Latina, donde además de prestar atenciones en las áreas de medicina, kinesiología, terapia ocupacional, entre otras, cuentan con intervenciones de asistentes sociales, atención psicológica, asesoría laboral y, en un futuro cercano, una ropería y servicio de duchas.
Según señala Francisco, la vida comunitaria ha estado siempre presente en su vida. “En mi casa hubo una preocupación constante por los demás y por los más necesitados. Nuestra forma de vivir ha sido súper austera: (…) En el colegio estaba bien metido en las cosas sociales, de hecho mi primer contacto con la calle fue ahí, cuando estaba en séptimo u octavo básico, que empezaron a hacer unas rutas para dar comida por San Bernardo. Ahí partí haciendo trabajos sociales, en cierta forma”, explica.
En cuanto al rol de la Facultad de Medicina Clínica Alemana Universidad del Desarrollo en su vocación social y la importancia de tener como principal campo clínico al Hospital Padre Hurtado, en la comuna de San Ramón, Francisco señala que “una de las cosas que es muy potente es ver las polaridades, como ir al Padre Hurtado para también ir a la Alemana. Eso te hace ver las diferencias, las injusticias que hay en los sistemas y cómo los pacientes, dependiendo de dónde estén, se tratan de una forma médicamente distinta, pero eso no quita que el trato o la forma de atender a los pacientes sea igual. Y eso fue un aprendizaje muy grande, ver cómo varios de los especialistas de Clínica Alemana atendían y se desarrollaban en el Padre Hurtado con un trato super digno e igual en ambos lados”.
¿Tienes alguna historia marcadora en la que hayas dicho “estoy en el lugar donde debo estar”?
– Todo el tiempo, en verdad. Me pasó que cuando estaba en la universidad hice mi internado electivo en Calcuta, donde estuve varios meses. Fue muy potente porque trabajaba con pacientes terminales y cuando volví acá mi gran conclusión fue que no era necesario haber ido a Calcuta. La Madre Teresa decía que Calcuta estaba en todas partes. Mi Calcuta está acá y siempre que salgo a la ruta o partimos nuevos proyectos yo siento que se reafirma eso.
¿Cuál es el siguiente sueño para Salud Calle?
– Uno de los sueños grandes que tenemos es poder trabajar en este policlínico, pero más que un policlínico como ahora, queremos que sea un centro estructurado de atención integral para la gente de la calle. A mí me encantaría tener un centro que sea hiper integral: que tengamos desde peluquerías, duchas y roperos para que la gente pueda cambiarse, hasta atención médica y de otras especialidades.
En este sentido, Francisco reflexiona que otro de sus anhelos es poder tener un centro de buen morir o de acompañamiento de enfermedades terminales para la gente de la calle. “Es un desafío muy grande que tenemos, darles un buen morir. En la pandemia nos pasó mucho que personas fallecieron en lo poco, que no querían trasladarse… entonces sí, sueño con eso”, finaliza.