Carolina Ramírez trabaja en el Instituto de Ciencias e Innovación en Medicina (ICIM) de la Facultad de Medicina Clínica Alemana Universidad del Desarrollo. Ingeniera en Biotecnología y con un magíster en la misma disciplina, llegó a la UDD en 2020 para apoyar el diagnóstico de Covid-19, en el marco de la incorporación del ICIM a la red universitaria de laboratorios.
Una vez finalizada la iniciativa, permaneció trabajando en temas de SARS-CoV-2, pero ahora en los laboratorios del Programa Hantavirus, participando en el análisis y detección de anticuerpos neutralizantes para distintas variantes del virus en personas vacunadas, además de asistir en un proyecto de investigación, donde su función es extraer y procesar muestras de pacientes con Hanta.
Sin embargo, Carolina tiene un “lado B” que ha logrado coordinar con su trabajo en el ámbito científico. Es nadadora desde los ocho años y está a cinco meses de representar a Chile, junto a 50 seleccionados más, en el VIII Campeonato Panamericano y Sudamericano Máster 2022, que se realizará en Medellín, Colombia, del 21 al 28 de julio.
Carolina cuenta que la clasificación se logra compitiendo en un torneo nacional donde participan nadadores de todo Chile, donde hay que realizar distintas pruebas. “El Panamericano manda una lista con todos los tiempos clasificatorios, que corresponden al mínimo que tienes que hacer para poder entrar en esa prueba. Si haces menos de ese tiempo puedes clasificar”, explica la nadadora.
En cuanto al entrenamiento, lo realiza en H2O, un club para triatletas y nadadores, específicamente en la categoría máster, que es desde los 25 años en adelante, lugar al que asiste a ese lugar desde los 20 años, cuando competía en campeonatos pre máster, orientados a preparar a los deportistas para las categorías superiores.
¿Cuándo comienza esta afición?
– A los ocho años. Llevo 20 años nadando. Todo comenzó por una enfermedad a la espalda, para lo cual era recomendado hacer natación, y porque mi mamá desde siempre nos dijo que debíamos saber al menos flotar en el agua, y como mi papá era un muy buen nadador, me enseñó. Partí en un club en La Cisterna y duré sólo un día, porque dijeron que yo era muy buena y que debía pasar a la rama donde nadan los que van a torneos más grandes. Fue así como a los 10 años ya tenía mi primera medalla a nivel nacional escolar, cuando obtuve el primer lugar en un clasificatorio Soprole.
Con este logro, Carolina tuvo la motivación para comenzar a entrenar todos los días, de seis a ocho de la noche, luego de estar todo el día en el colegio. Si bien era agotador, no se veía dejando de nadar. Es más, recuerda que a los 17 años sufrió una lesión que la tuvo sin entrenar un año. “Se me rompieron los meniscos y me tuvieron que operar. Para mí fue terrible; no nadar fue un vacío que finalmente complementé con estudios, porque igual quería entrar a la universidad”, cuenta. Durante su primer año de carrera universitaria también abandonó por un período la natación, pues se hizo muy difícil coordinar estudios y deporte; sin embargo, ya en segundo y con sus rutinas más establecidas, logró hacerse el tiempo para cumplir con las exigencias académicas y poder nadar.
¿Fue alguna vez la natación una opción de vida? ¿Pensaste dedicarte exclusivamente a eso?
– Sí. Cuando tenía 15 años clasifiqué a un sudamericano junior, en Brasil, al cual logré ir y donde obtuve el segundo lugar. Ahí dije ‘no, la natación es lo mío, me voy a dedicar 100% a esto’. Si bien tenía el apoyo de mi mamá, me di cuenta que finalmente no podía vivir sólo del deporte en Chile, por lo que terminando cuarto medio decidí estudiar, tener mi carrera y dije ‘si puedo seguir complementando con la natación, genial’. Y lo logré, acá estoy, a punto de irme a un panamericano. Actualmente, Carolina tiene un ritmo de entrenamiento intenso, que logra equilibrar con su vida laboral. Se levanta a las 5 y media de la mañana y entrena de lunes a viernes, de siete a nueve. “Termino de nadar y me vengo a la UDD a trabajar. Cuando salgo en la tarde, si es que me queda tiempo, me voy a nadar de nuevo, es más que nada para soltar los músculos y no estar tan contracturada. En la casa hago ejercicios de elongación, de soltura, etc.”, cuenta, y a pesar de que en ocasiones ha pensado en no seguir, porque simplemente el cuerpo no le responde, confiesa que no se ve haciendo otra cosa y que sólo espera que lleguen el campeonato para representar de la mejor forma a su país.