Francisco Idalsoaga Ferrer, Médico UDD. Fundador y presidente de “Salud Calle”. Investigador del área Hepatológica, trabaja en el Instituto de Trasplante y en el Centro de Gastroenterología de la Universidad Católica de Chile.
Se describe como una persona muy comprometida que entrega su 100% en lo que hace. «Cada vez que me invitan a ser parte de algún proyecto doy todo de mí, conmigo no hay medias tintas».
Francisco egresó de la Universidad del Desarrollo en el año 2013. Comenzó su carrera en el programa ministerial de destinación de médicos en el Archipiélago de Calbuco, como Doctor General de Zona durante cuatro años. «Fue una muy linda experiencia en un lugar hermoso. También fui subdirector de dicho hospital, donde además hice trabajo administrativo».
Este médico destina entre el 30% y 40% de su tiempo a la investigación, sus especialidades son el hígado graso y enfermedades hepáticas por alcohol. Siempre que no está en el hospital, lo encuentras realizando alguna acción filantrópica que le llena el alma. Nos comenta que desde chico siempre realizó ayudas sociales, tales como, ir a dar desayunos y almuerzos, incentivado tanto desde su colegio como después en la Universidad. Desde su primer año en la UDD, empezó a realizar ayudas junto a otros compañeros de medicina a la gente que vivía en las calles.
En el año 2011, se dio cuenta que podía ayudar mucho más. Entonces, comenzó a reclutar estudiantes de medicina y titulados, hasta que llegó a tener más de 70 voluntarios, ese fue el minuto, donde le dieron una estructura a ese sueño, que se convirtió en “Salud Calle” que hoy es una fundación que entrega asistencia médica a personas en situación calle.
«Las iniciativas sociales relacionadas con la salud te hacen aterrizar todos los días, siento que todos necesitamos de esto en la vida; me hace recordar permanentemente a la motivación inicial que me llevó a estudiar medicina, lo que se transformó en mi primer amor. Tengo muchos colegas que mientras pasa el tiempo, se han ido concentrando en la rutina laboral, y en muchos casos se desapegan de ese sentimiento que los inspiró a seguir esta carrera».
Este filántropo, nos cuenta que la limitación social para la gente en situación calle es aberrante, como por ejemplo no poder acceder a las necesidades más básicas de un ser humano. Recuerda siempre a un paciente joven que vive en los alrededores de la Vega Central, diagnosticado como celíaco, enfermedad que es muy fácil de tratar con una dieta adecuada y que no es tan cara de seguir, pero es imposible que alguien como él pueda realizarla, ya que come lo que puede y cuando puede.
«Teóricamente se ve muy fácil, pero la realidad es muy distinta y eso hace que te sientas muy frustrado. Lo importante es que cuando dejas de sentir ese sentimiento, viene la esperanza y dices -bueno trabajemos con lo que hay, hagamos que sí se pueda-, pero es muy duro enfrentarme a este tipo de situaciones sociales, tan desgarradoras donde enfermedades simples se transforman en graves».
Como fundación tienen una red de atenciones a diversas municipalidades, realizan mucha investigación y como para cualquier fundación, es un desafío poder mantenerse. “Salud Calle” históricamente ha sido financiada con fondos concursables. “La Ruta Médica”, es uno de sus programas, que es como un SAMU (Servicio de Atención Médico de Urgencias), el cual funciona durante todo el invierno para prevenir que la gente muera de frío en las calles, este es financiado por el Ministerio de Desarrollo Social. Hace un par de semanas se adjudicaron el premio “Humanizando la Salud” de Laboratorio Chile, Teva, para un programa dedicado a las mujeres en situación de calle. Tienen otros fondos que provienen de municipalidades, del Estado y en los últimos años de algunos privados. «Son muy pocos los aportes de personas individuales y nos encantaría poder corregir eso».
El gran sueño de Francisco es seguir creciendo con su fundación, que el trabajo que realizan tenga un impacto en las políticas públicas; y que los consultorios de atención primaria eventualmente lo vayan integrando en sus programas y atiendan a personas que viven en la calle. Tiene además el gran anhelo de hacer justicia por las personas en situación calle. «Siento que como sociedad somos muy injustos con ellos, quiero lograr que sean visibles para todos, porque siempre habrá uno cerca de nuestra casa u oficina, y lo habitual es que decidimos activamente no verlos, no hacernos cargo de la realidad, que son parte de nuestros barrios, vecinos, que a veces basta con mirarlos y saludarlos». Pese a que todo el tiempo que pasa fuera del hospital lo dedica a coordinar reuniones para levantar programas nuevos, le encantaría tener más tiempo y energía para hacer más.
Asegura que la UDD lo preparó muy bien. La formación que les entregó el Hospital Padre Hurtado, le permitió descubrir y conocer muchas realidades, entender las diferentes necesidades que tenían los pacientes que veía ahí y en la Clínica Alemana. «Esta enseñanza para mí es muy rescatable, la Universidad nos enseñó las distintas realidades que existen en nuestro país».
En lo académico, siente que la UDD le proporcionó una muy buena formación, al titularse siempre se sintió muy preparado lo que significó tener becas en otras universidades. «La formación es muy integral, estaba cómodo en la Universidad y en cierta forma me fui involucrando con ella. Creo que gran parte de las posibilidades y oportunidades que tuve después de terminar mi carrera en la UDD fueron gracias a esta».
Nos comenta que aún tiene contacto con algunos profesores. Por ejemplo, con Ricardo Ronco, médico pediatra. A muchos les agradece su apoyo, los llamaba para hacerles preguntas, aclarar dudas y siempre tuvo la mejor recepción por parte de ellos. «Cómo olvidar a Paulette Conget, que en ese tiempo trabajaba en investigación y tenía mucho contacto con ella y bueno mis compañeros que hasta hoy somos muy amigos».