El pasado viernes 27 de junio, el Centro de Humanidades Médicas junto a la Subdirección Médica de Desarrollo Institucional del Instituto Nacional del Cáncer organizaron un nuevo coloquio en titulado: «Sabidurías ancestrales y claves de conexión con la naturaleza», que dictó Macarena Barros Jiménez, magíster en Antropología y directora del Centro de Humanidades Médicas.
En la oportunidad, Barros Jiménez compartió las crecientes evidencias científicas y testimonios de líderes y organismos internacionales, que subrayan la necesidad de volver la mirada hacia los conocimientos y prácticas indígenas para la conservación de la biodiversidad y la sustentabilidad de los sistemas naturales, ante la compleja situación ambiental del planeta.
Según el Foro Económico Mundial, los pueblos indígenas a pesar de representar solo el 6% de la población mundial, gestionan más de una cuarta parte de la superficie terrestre global y sus territorios contienen alrededor del 40% de los ecosistemas intactos. Esto no es casual, indicó, ya que el denominador común entre casi todos los pueblos indígenas es su profunda conexión espiritual y recíproca con la Tierra. “Para ellos, dañar al planeta es es como dañar a la propia madre, a sus hijos, a sus antepasados, o a sí mismos”, indicó, haciendo referencia a la frase de la líder indígena africana, Hindou Oumarou, experta en adaptación y mitigación de los pueblos indígenas al cambio climático.
En su presentación mencionó la visión ecologista del filósofo chileno, Gastón Soublette (1927-2025), quien hacía un llamado a reconocer a los pueblos originarios como “un grupo humano, tanto o más humano que cualquier otro”, y a ver lo indígena no desde la óptica occidental de la carencia o la incivilización, sino como un otro, que vive una lógica muy distinta al mercado, el desarrollo y su proceso de globalización. Así como referenció la encíclica «Laudato Si'» del Papa Francisco (2015): «Los pueblos indígenas son un grito viviente a favor de la esperanza. Ellos nos recuerdan que los seres humanos tenemos una responsabilidad compartida en el cuidado de la “casa común”.. […].La tierra sufre y los pueblos originarios saben del diálogo con la tierra, saben lo que es escuchar la tierra, ver la tierra, tocar la tierra. Saben el arte del bien vivir en armonía con la tierra”.
¿Por qué es importante reconocer, promover y proteger los conocimientos indígenas?
Esta pregunta la respondió a través de los casos de dos mujeres indígenas chilenas que mantienen vivas sus tradiciones e impactan positivamente a su comunidad: Javiera Flores, asistente social que trabaja en salud en Antofagasta y es de origen quechua aymara; y Lucía Maquehüe, artesana textil mapuche huilliche de la región de los Ríos. La primera, mantiene vivo en su calendario anual la participación en celebraciones que recuerdan la reciprocidad e intención andina, como el Carnaval de Chiapa (región de Tarapacá) o la Mesa de los Difuntos. Mientras que Lucía Maquehüe, junto a su comunidad indígena de Pupañimo, conservan prácticas ancestrales como el Trafkintu Mapuche, antigua ceremonia de intercambio de semillas y conocimientos, la transmisión de conocimiento en el tejido a telar mapuche, y formas de practicar la contemplación hacia la naturaleza de las que relata en su libro “Con los pies en el agua en el bosque de Pitranto”.
Al cierre, los participantes intercambiaron sus reflexiones y propias experiencias en el territorio, así como búsquedas para integrar una mirada de salud más holística y global.