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Muralismo en un nuevo Coloquio de Humanidades: relejar el dolor, la humanidad y el indigenismo de América

Dar a conocer el  muralismo de nuestra América Latina y a sus grandes exponentes, fue el tema principal de este sexto Coloquio de Humanidades en La Granja, que realizó el experto en arte y coleccionismo, Arturo Phillips Pereira, chileno, ingeniero civil de profesión, director del Colegio Cabo de Hornos, además de conocedor y amante de las artes visuales.

“Uno de los grandes valores del muralismo es que buscó acercar el arte a todas las personas, mostrar la profundidad de los dolores y las injusticias que sufrían los pueblos de América, alejándose de la pintura más tradicional de caballete, así como de los círculos intelectuales del arte”, señala Phillips.

El Muralismo es un movimiento artístico de carácter indigenista, que surge tras la Revolución Mexicana de 1910 con el objeto de socializar el arte. Precisamente la cuna del muralismo se encuentra en México con pintores como Diego Rivera, Frida Khalo, David Alfaro Siqueiros y José Clemente Orozco.

Venezuela es otro país que destaca dentro de este movimiento, con manifestaciones de arte de gran calidad y que lideraron en el movimiento cinético. La Universidad de Caracas, por ejemplo, fue declarada patrimonio mundial de la humanidad por UNESCO (2000) como ejemplo de urbanismo y tiene un repertorio de murales formidable de artistas como Oswaldo Vigas, Carlos Cruz-Diez, y Otero.

De Ecuador, imposible no detenerse en Osvaldo Guayasamín, un artista de origen humilde que alcanzó fama y reconocimiento mundial. Un hombre íntegro, lejano a las medias tintas, cuya obra fue solidaria, pero no resignada a los sufrimientos y que buscó en propias palabras del artista “herir, arañar y golpear los corazones de los hombres”.

De Cuba, nombró a artistas como Nelson Domínguez y José Mijares De Argentina, al joven Martín Ron, de proyección internacional, y el primero en pintar un mural de grandes dimensiones en el vecino país.

Finalmente, el expositor indicó que en Chile el muralismo nació tras el terremoto de Chillán, cuando desde México, de manera solidaria donaron una escuela y enviaron en comisión a pintarla, nada menos que al mismo Siqueiros. Tras ello, el movimiento muralista se desarrolló con artistas como Nemesio Antúnez, José Venturelli y Mono Gonzalez. 

Arturo Phillips hizo un hincapié especial en que «la belleza salvará al mundo», citando a Dostoyevski (en la novela El idiota) e invitó a visitar el “Museo de cielo abierto” de Valparaíso, una vez que esto sea posible.

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